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Iván Solano

Tankas de primavera



I

Nubes de fuego

y luz de sol naciente:

fúndase el día.


Se levantan del cerro

los velos de neblina.


II

Ábrense pétalos

–matutina frescura–

por los jardines.


Los alados espíritus

brotan ya del ramaje.


III

En primavera

el latido del sol

perdona al agua:


su frescura está intacta

en transparente estanque.


IV

El mediodía:

luminoso océano

del aire límpido.


Resplandecen las calles

plenas de gente y llamas.


V

Olor de orina

entre los basurales

y gente sucia.


En la senda de vida,

¿ellos o yo extraviados?


VI

Arde la leña:

brasas bajo el caldero,

humo en el aire.


Chispas, chisporroteos,

agua hirviendo y ceniza.


VII

Del pudridero,

bajo el caldear celeste,

surge un zumbido:


vida que sin cesar

medra en medio de muerte.


VIII

Sobre montañas

oscuras nubes yacen:

bestias de agua.


Preñadas de tormenta,

amenazan los bosques.


IX

Sólo flechazos

de eternidad ahora

en cualquier sitio:


en la lluvia y los truenos,

en brotes de verdura.


X

Tras corta lluvia:

crepúsculo entre nubes

y fresco viento.


La luz llena avenidas

donde se yerguen árboles.


XI

Chirriar de insectos

ocultos por el monte

llenando el aire.


Entre las altas cañas,

la vida innumerable.


XII

En los jardines,

los niños, juntos, juegan

entre las flores:


pasos y algarabía

con aromas herbales.


XIII

Sólo reflejos

son el cielo y los árboles.

En los espejos


quebrados de las charcas,

hay un mundo que treme.


XIV

Entre ramajes,

pozas y espesas sombras

vagan luciérnagas:


milagro de la luz,

en la noche reciente.


XV

Justa fatiga

nos asedia en silencio,

ya junto al lecho,


pero inquietudes siempre

afrontan nuestras casas.


XVI

Hogar de noche,

de sombras ya ahíto

y sueños, calmo.


Tras las frentes dormidas

se alzan ruinas y selvas.



 


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