Tankas de primavera
I
Nubes de fuego
y luz de sol naciente:
fúndase el día.
Se levantan del cerro
los velos de neblina.
II
Ábrense pétalos
–matutina frescura–
por los jardines.
Los alados espíritus
brotan ya del ramaje.
III
En primavera
el latido del sol
perdona al agua:
su frescura está intacta
en transparente estanque.
IV
El mediodía:
luminoso océano
del aire límpido.
Resplandecen las calles
plenas de gente y llamas.
V
Olor de orina
entre los basurales
y gente sucia.
En la senda de vida,
¿ellos o yo extraviados?
VI
Arde la leña:
brasas bajo el caldero,
humo en el aire.
Chispas, chisporroteos,
agua hirviendo y ceniza.
VII
Del pudridero,
bajo el caldear celeste,
surge un zumbido:
vida que sin cesar
medra en medio de muerte.
VIII
Sobre montañas
oscuras nubes yacen:
bestias de agua.
Preñadas de tormenta,
amenazan los bosques.
IX
Sólo flechazos
de eternidad ahora
en cualquier sitio:
en la lluvia y los truenos,
en brotes de verdura.
X
Tras corta lluvia:
crepúsculo entre nubes
y fresco viento.
La luz llena avenidas
donde se yerguen árboles.
XI
Chirriar de insectos
ocultos por el monte
llenando el aire.
Entre las altas cañas,
la vida innumerable.
XII
En los jardines,
los niños, juntos, juegan
entre las flores:
pasos y algarabía
con aromas herbales.
XIII
Sólo reflejos
son el cielo y los árboles.
En los espejos
quebrados de las charcas,
hay un mundo que treme.
XIV
Entre ramajes,
pozas y espesas sombras
vagan luciérnagas:
milagro de la luz,
en la noche reciente.
XV
Justa fatiga
nos asedia en silencio,
ya junto al lecho,
pero inquietudes siempre
afrontan nuestras casas.
XVI
Hogar de noche,
de sombras ya ahíto
y sueños, calmo.
Tras las frentes dormidas
se alzan ruinas y selvas.
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