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  • Angélica Ahuatzin

Una historia de Doppelgänger. Linea Nigra de Jazmina Barrera



2017, año en que un sismo de magnitud 7.1 sacudió a la Ciudad de México, Jazmina Barrera, con varios meses de embarazo, se entera de las afectaciones cuando contempla los cambios en el paisaje urbano. Luego llega a una conclusión profunda a través de Sarah Manguso y su primera ginecóloga, la maternidad es ese cambio y movimiento abrupto después del cual la forma original desaparece.


Linea Nigra es la narración ensayística del proceso de gestación humana. Este libro es el producto de varios géneros, parte del registro diarístico que su autora se impuso en un principio como proyecto alterno a una beca de escritura. Sin advertirlo, poco a poco fue tramando una cronología de sensaciones humanas afianzadas a la sinceridad absoluta del devenir madre. Preocupada por la forma que su escrito iba tomando, Barrera menciona, “El embarazo es transformación en el tiempo, es cuenta regresiva, y en eso, quiera o no, hay trama, hay relato”.

La autora de Cuerpo Extraño (2013) y Cuaderno de Faros (2017) se coloca al centro del texto para, desde el Yo ensayístico, brindar un panorama honesto de la transformación (materna) irrefrenable. Resulta complejo encasillar a Linea Nigra en lo exclusivamente narrativo, o en lo estrictamente ensayístico, lo imperante es la distinción de los recursos literarios de los que se vale para crear una historia real con tintes fantásticos. Una historia que deja de lado las idealizaciones melosas en torno al embarazo, pero que a su vez no se decanta por una visión pesimista del mismo.


A lo largo de sus cuatro apartados, la autora dialoga con una extensa lista de autoras y artistas (Marye Sheally, Natalia Ginzburg, Marlene Dumas, Rosario Castellanos, Ursula K. Le Guin, Tina Modotti, Sylvia Plath, Simone de Beauvoir, entre muchas otras) que al igual que ella, forman ese collage de perspectivas alrededor de la maternidad. Su experiencia primeriza es la materia de la cual surgen maravillosos episodios, fragmentos donde se intenta desentrañar la complejidad de la gestación. Ella lo define desde las primeras páginas, “Es todo muy confuso, pero lo que quería escribir es esto: el embarazo es una historia de Doppelgänger”.


Por la naturalidad de sus reflexiones la narración se eleva del plano puramente confesional (con el que muchas veces los ensayos personales pierden fuerza en lugar de mantenerla equilibrada). Desde su primer apartado veremos la constante, el tópico del autorretrato, del desdoblamiento y de la irremediable destrucción de la individualidad. La madre de la autora aparece como un personaje imprescindible para la historia, a partir de los retratos pintados por ella, la hija comienza a develar sus inquietudes y a ensayarlas a través de los límites corpóreos: “Al principio es una célula de tu propio cuerpo. Eres tú. Lo que pasa al comienzo del embarazo te pasa sólo a ti. Poco a poco esa parte de ti se va volviendo un ser distinto, y tú eres cada vez más un recipiente”. Es entonces que se nos devela el significado del título, la línea oscura del vientre de la mujer embarazada es una seña para que el bebé reconozca los pezones de la madre, la transformación que el cuerpo da por y para otro.


En su segundo y tercer apartado veremos una continuidad del retrato, pero esta vez visto desde la destrucción, el autorretrato desfigurado, o la fascinación por otros retratos (como las fotografías que Tina Modotti hizo de la modelo indígena Luz Jiménez). En la simplicidad de los fragmentos hay belleza, la belleza de las cosas que en apariencia son fáciles de comprender, pero que en el mapeo de las emociones resultan extraordinarias:


Existen muchas teorías sobre el momento en que el bébé se da cuenta de que su cuerpo es distinto del cuerpo de su madre. Yo me pregunto en qué momento la madre deja de sentir que el cuerpo de su hijo es también el suyo. El bebé está fuera de ti pero vino de ti y está hecho de ti, así que es todavía un poco tú. Hasta cuándo. Hasta dónde.


Episodios trágicos como el de la falsedad del parto humanizado y la presunción de los médicos que pretenden publicitarse sin el consentimiento de los padres son puntos claves para dimensionar cada una de las dificultades previas y posteriores al alumbramiento. Las anécdotas se presentan en forma de hilos que en apariencia están fragmentados (como el cuerpo de la madre antes y después del embarazo), aunque en el fondo se estructuran perfectamente en un todo comprimido que es el libro resultante (como el hijo nacido).


Jazmina Barrera da cuenta de aquellas historias que, al igual que la suya, no son unidireccionales, sino más bien un retrato de las múltiples caras de la maternidad. Este relato se ensaya a través de la experiencia propia y la ajena, tal y como el ser vivo proviene de sus ancestros y contribuye a la permanencia de su estirpe sobre la tierra. En sus páginas prevalece el cuestionamiento de hasta qué punto esta historia puede ser única y al mismo tiempo encontrar ecos de otras, tan parecidas o diferentes, dentro de ella.


El nuevo libro de Barrera nos lo deja claro en cada línea: “Estamos hechos de los otros. Este es un libro microquimérico”.


 

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