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  • Ma. Dalia Gayosso San Agustín

Percepción del covid-19 entre la niñez

Introducción


Es evidente que dentro de las ciencias sociales hay una gama notable de estudios, contribuciones teóricas, postulados y escuelas de pensamiento. Pero es igualmente evidente que entre las producciones de dichas áreas encontramos sectores que no han sido cubiertos exhaustivamente y que reclaman un lugar en las agendas de investigación. Por ejemplo, los estudios de género, los indígenas, las mujeres, la vejez, las infancias[1], entre otras. Recuperar estos ejes de investigación es tarea de la actual academia. Todo esto, con la finalidad de reflexionar y generar posibles propuestas de intervención en el sector público.


En este sentido, la pandemia de covid-19 demanda estudios y reflexiones sobre la nueva dinámica social, es decir, el análisis del encierro, la inseguridad, el miedo y las acciones discriminatorias en el sector salud. Son claros ejemplos de problemáticas que han brotado a raíz de esta situación y, si bien muchas organizaciones académicas se han puesto en marcha para develar las formas de pensar sentir y actuar de los individuos, la mayoría de estas focaliza sus acercamientos desde una mirada adulto-céntrica.


Tomando en cuenta lo anterior, el presente trabajo pretende generar un pequeño acercamiento respecto a la forma de pensar y sentir de las infancias dentro de la contingencia sanitaria actual. Debido a que este fenómeno es emergente y considerando las restricciones actuales, este estudio, como primer momento arroja algunos datos de carácter empírico. Para ello, se empleó la técnica de entrevista y sobre todo se pone énfasis en el dibujo, pues más que simples trazos, los dibujos son reflejo de las formas de relación social en las infancias.


Perspectiva de los infantes a lo largo del tiempo


A las niñas, niños y adolescentes se les ha negado el derecho a opinar, pues, en nuestra realidad el niño es un sujeto que debe ser protegido por el adulto hasta el momento en que sea considerado un ciudadano apto. El esquema de irrelevancia apremia a lo largo de la historia, claro, con ciertos aspectos que le caracterizan en cada época. Por ejemplo: en la prehistoria, de acuerdo con estudios antropológicos, en los entierros de los infantes, “no es frecuente que los niños aparezcan acompañados de abundantes ofrendas funerarias” (Herrero, 2013: 79). E inclusive se percatan de que el “número de acompañantes funerarios es mayor según aumenta la edad del niño o niña fallecida” (Herrero, 2013: 79). Acontecimientos que muestran que estos no gozaban de un papel central dentro de la dinámica social.


Por otro lado, en la edad antigua es posible identificar prácticas como el sacrificio para los dioses de infantes e inclusive su abandono por parte de los padres. Podemos decir, que, durante este periodo los menores fueron sometidos a una inmensa cantidad de prácticas donde fueron lesionados o en el peor de los casos asesinados. Aparte de todo esto se formularon criterios de pensamiento sobre el desprecio de su ser.


Uno de los hechos más significativos del niño en el medioevo es que no hayan quedado registros acerca de él. Cuando por razones religiosas debía hacérselo, el niño aparece como un adulto en miniatura. Esa ausencia de representación se debe a que la realidad infantil en la Edad Media no merecía atención. No había educación sino aprendizaje del joven que convive con adultos, de quienes aprendía ayudándolos. La separación del mundo de los niños del de los adultos era ignorada, ambos conviven mezclados en una vida social consolidada por fuera de la familia que fue bien ilustrada por Brueghel. No había juegos, ni juguetes, ni vestimentas especiales para niños. La mortalidad infantil era elevadísima, se engendraron muchos hijos para conservar sólo algunos (Moreno, 2013).


De igual forma es preciso resaltar un trato mayormente discriminatorio hacia las niñas y es notorio que el periodo de la infancia concluía a los siete años, pues a partir de esa edad comenzaban a trabajar las tierras estando al servicio del señor feudal. También se registran casos de menores acusados de brujería o considerados del mal, manteniéndolos atados a sillas. Durante el renacimiento se puede apreciar una mayor valoración de estos, y por tanto de su educación, comenzando a supervisar la mendicidad. Con la llegada del liberalismo y las diversas revoluciones, se gestan escenarios por la lucha de los derechos humanos.


En el siglo XIX, “los niños y niñas de las clases más pobres tenían unas duras condiciones de vida y de trabajo. Por este motivo surgen en diferentes países los denominados movimientos "salvadores de los niños" cuyo objetivo era la reeducación de menores marginales que ocasionan problemas a la sociedad de la época” (Exclusión social infantil, 2011). Esto dió lugar a las primeras casas de maternidad y socorro para niños y niñas en condiciones de vulnerabilidad, mayores de seis años.


A partir del siglo XX, aparece un nuevo concepto social de la infancia, se consideran una ciudadanía con unas necesidades específicas, por lo que deberá tener una serie de derechos también específicos. Se asume que durante la infancia los seres humanos somos mucho más vulnerables que en edad adulta, por lo que es preciso una mayor protección por parte de las instituciones competentes. Los niños y las niñas empiezan a contemplarse como un grupo social, con una serie de derechos reconocidos a nivel internacional, siendo sujeto de derechos y no objeto de los mismos. La Convención sobre los Derechos de la Infancia reconoce que son ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho, y que entre sus derechos está la participación social. (Exclusión social infantil, 2011).


Es así como durante el siglo XX y XXI se identifica una notoria preocupación por las condiciones de vida de la niñez. Sin embargo, dentro de la investigación social dirigida a los menores existen chahuixtles[2]. El primero de ellos son los conceptos, específicamente el uso de la categoría infancia pues para la Real Academia de la Lengua Española (RAE), “Infancia” proviene del latín infant a, cuyo significado primario alude a la incapacidad de hablar y define a los înfâns o înfantis como aquellos que no tienen voz. De esta misma raíz derivan las palabras de niños, niñas y adolescentes, este primer mal, nos hace reflexionar sobre la base de todos los estudios de las infancias. Entonces, bajo este planteamiento, ¿cómo se considera a las infancias en este ejercicio? “Para efectos del presente artículo se entenderá que la infancia es un espacio socialmente construido, mientras que la niñez se entiende como el grupo social que conforman las niñas y los niños. (Pavez, 2012: 83).


El siguiente chahuixtle tiene que ver con los pocos estudios generados por parte de las academias, pues, el sector de la ciencia ha girado entorno a una perspectiva adulto-céntrica, “la serie de mecanismos y prácticas desde los cuales se ratifica la subordinación de las personas jóvenes, atribuyéndose, a estos últimos, una serie de características que los definen siempre como sujetos deficitarios de razón (déficit sustancial), de madurez (déficit cognitivo-evolutivo), de responsabilidad y/o seriedad (déficit moral)” (Vásquez, 2013: 222).


El último de los chahuixtles responde al tratamiento de datos para la protección a la infancia y adolescencia[3], pues, al ser un derecho humano existen muchos requerimientos para poder realizar una investigación con los menores, desde el consentimiento de los padres, el estado y cualquier otra organización.


Metodología


Tomando en cuenta cada uno de los elementos señalado, el presente trabajo se desarrolla mediante una metodología cualitativa e investigación documental, para lo cual se recolectan dibujos de dos infantes y se analizan mediante las características propuestas por Víctor Lowenfeld[4]. Bajo esta perspectiva, la etapa que se estudia mediante las ilustraciones de los niños es la Esquemática. El esquema según Lowenfeld y Brittain es el “concepto al cual ha llegado un niño respecto de un objeto real (…) y que repite continuamente mientras no haya alguna experiencia intencional que influya sobre él para que lo cambie” (Lowenfeld y Brittain, 1980: 173; citado en Rojas y Marisol, 2012: 160).


De esta forma las ilustraciones que se observan a continuación presentan las siguientes características: un concepto definido, las ideas que se intenten expresar pueden variar de un niño a otro, pues cada niño posee características propias de su personalidad, los dibujos y trazos son perceptibles a la mirada adulta.


Resultados


Tomando en cuenta, cada una de las problemáticas al abordar la temática de la infancia y también los escenarios de tiempo y espacio que se enfrentan en la obtención de información, procedemos a desglosar los pensamientos y sentimientos de los dos niños estudiados, los cuales, por motivos de protección de datos de la infancia, enunciamos como: chilpayate[5] A: niño que comprende una edad de 11 años y chilpayate B: niña que comprende una edad de 8 años. Desde la convivencia que han generado y vivido en el período de la cuarentena sanitaria[6] comenzando desde marzo del 2020 en México.


El acercamiento a los menores se lleva a cabo mediante la conversación. Más que una entrevista formal, el escenario es platicar con ellos; Escuchar lo que piensan y sienten ante determinada situación. Para esto, se hace de su conocimiento que se trata de una investigación, la cual se pretende compartir ante más personas niños y niñas para que los lean y escuchen. La respuesta de ambos fue siempre afirmativa, y con gusto comienzan a conversar. Posteriormente se les pregunta cómo les gustaría contar su historia del Covid-19 y ellos toman la decisión de que sea por medio de dibujos y preguntas[7]. Es importante, antes de continuar con el ejercicio, quitarnos el yugo, pues, parafraseando a Carolina Ortiz Fernández los infantes no solo pueden hablar a través de nosotros, lo que no se ha considerado es que como intelectuales y políticos no los sabemos escuchar.


Imagen 1. Quiero regresar a la escuela[8]


La Imagen 1 corresponde al chilpayate A. En ella ilustra los principales cambios que ha sentido en su vida a raíz de la contingencia sanitaria. Considero importante señalar la añoranza del espacio escolar, pues él expresa que sólo en este lugar puede ser él mismo. El primer rasgo a analizar es la silueta que traza y la enorme sonrisa que denota felicidad, un espacio donde solo él cómo niño puede ser feliz, dónde es escuchado y lo más importante donde puede rodearse y aprender entre pares. Con actores de su misma edad, el espacio les pertenece a ellos, por tanto existe un sentido de pertenencia produciendo una gran acentuación entre las semejanzas y diferencias de estar en un espacio ajeno y en uno suyo, la escuela se construye entonces como un pequeño universo de reconocimiento colectivo.


Imagen 2. Tengo que cuidarme.


La Imagen 2 corresponde también al chilpayate A. En ella manifiesta los conocimientos que tiene del covid-19. Desde el imaginario social las dimensiones que tienen los pequeños respecto al virus responden al cuidado, a evitar una amenaza que les rodea en cada momento. El dibujo del virus presenta una mayor proporcionalidad que el del niño, con lo cual, identificamos que es algo que sale de sus manos, algo a lo cual no le pueden hacer frente o combatir. La percepción del peligro también es notoria al momento de trazar una cara asombrada en su dibujo y además el uso del cubre boca como un recurso de protección se resalta. Pues en los medios de comunicación e información constantemente se alude a que el control de la pandemia es por medio de este. Otro aspecto que llama la atención es el gesto de maldad que el infante coloca en la silueta del virus, podemos identificar la concepción del bien y del mal, algo que daña es malo y por tanto denotan su maldad.


Imagen 3. Jugar con mis compañeros.


La Imagen 3, por su parte, corresponde al chilpayate B. De igual forma resalta el edificio de su escuela. Es importante destacar que ambos estaban separados al momento de generar sus productos. Sin embrago en este trazo el infante coloca cada uno de los salones o espacios que ocupan los compañeros de escuela y ella se sitúa donde se ubica la mancha negra. Pues su grado escolar es segundo. Mientras dibujada comentaba que quienes pueden jugar más o hacer más cosas son los más grandes. Ella se ubica en su salón y es difícil identificar si se encuentra triste o feliz como en el dibujo del otro infante, pero lo que resalta es la dimensión enorme en su dibujo de la escuela. Resaltando que es un espacio donde se llevan a cabo muchas actividades, un espacio que alberga a muchos niños y niñas de diferentes edades. A su vez, también es relevante mencionar las pequeñas caritas con lágrimas que dibuja en cada una de sus preguntas. Ella extraña salir, el encierro no lo ha disfrutado, pues, salir formaba parte de su día a día.


Imagen 4. Mi abuelita no entiende.


Chilpayate B también es autor de la Imagen 4. En ella resalta un acontecimiento familiar que le preocupa ya que su abuelita se encuentra en peligro y ella no quiere que le pase nada. La infante prefiere contar una historia personal, algo que está viviendo con su familia de forma inmediata. En este sentido, la pequeña denota como existen personas que a pesar de conocer el peligro y la dimensión de la enfermedad aún así no toman precauciones y siguen provocando contagios y riesgos. Hay que hacer notar que uno de los aspectos que más resalta es el lazo familiar pues a pesar de que en la historia los personajes hacen mención del riesgo que vive su familia, esta toma la decisión de ir. Inclusive al resaltar que tiene nietos, pues los niños se consideran población vulnerable y aunque es así un adulto viola esta condición al momento que decide salir. El cuidado de los niños o la relación de los menores con la figura de protección de los abuelos se rompe para la niña.


Para continuar con este ejercicio sobre la percepción que tiene los infantes ante esta nueva realidad sanitaria se presenta a continuación una extracción de los diálogos respecto a la conversación con los chilpayates:


Investigadora: ¿qué piensas cuando escuchas la palabra covid?


Chilpayate B: Pienso que el covid va a llegar aquí, pero yo digo que no, porque Santiaguito nos va a proteger.[9]


Hallazgo: Al momento de expresar su sentir se refleja una profunda conexión con la deidad. Pues en esta deposita toda su confianza para evitar que la maldad (en este caso el virus o la enfermedad covid-19), no afecte o llegue hasta su hogar. Cabe destacar que el santo de su pueblo es Santiago Apóstol.

Chilpayate A: Que es una enfermedad.


Investigadora: ¿Qué sientes cuando escuchas la palabra Covid?


Chilpayate B: Miedo y pánico.


Chilpayate A: Miedo y preocupación porque no quiero que se enfermen mis abuelitos.


Hallazgo: El miedo es una sensación que enfrentan ambos niños, pues el futuro es incierto. Además esto está generado por los diversos bombardeos que enfrentan mediante medios visuales y el contexto familiar. Este testimonio también se vuelve un recurso para considerar el cómo hablarles a los niños niñas y adolescentes de la contingencia sanitaria, pues muchos de los acercamientos que generamos no son pensando en las infancias es bajo una perspectiva adulto-céntrica.

Investigadora: ¿Quisieras regresar a clases?


Chilpayate B: Sí.


Chilpayate A: Sí, para poder jugar con mis compañeros y estudiar.


Hallazgo: La añoranza de un espacio donde era posible convivir entre pares se hace notar, pues es algo que no puede tener durante una condición de encierro en su hogar. Ya que todos los demás son adultos y no juegan con él.


Investigadora: ¿Qué harías para poder regresar a clases?


Chilpayate B: Cuidarme y usar cubrebocas cuando salgo y una visera si es necesario.


Chilpayate A: Cuidarme y tener precauciones.


Hallazgo: El discurso respecto a que la clave del control de la pandemia está en nosotros mismos se encuentra interiorizado y asimilado por los infantes. La situación relevante es señalar cómo se están deslindado otras circunstancias sociales, pues cada contexto es diferente y existen personas que tienen la necesidad de salir.


Investigadora: ¿Te gusta estar en casa?


Chilpayate B: No. Porque no juego con mis compañeros ni con mis amigos.


Chilpayate A: Más o menos. Porque no puedo salir a otros lados.


Investigadora: ¿Qué piensas de los adultos?


Chilpayate B: Que son aburridos, platicando con su celular y no hacen nada activo.


Chilpayate A: Que no conviven conmigo.


Hallazgo: En medio de la contingencia sanitaria la población de niños y niñas demanda ciertas necesidades, una de ellas el ser escuchados, garantizar sus derechos y que ellos puedan sentirse satisfechos en un espacio seguro y del cual formen parte. Los adultos consideramos que ellos no dimensionan lo que sucede alrededor y también tienen ideales y formas de pensar que involucran propuestas para mejorar el encierro.


Escucharlos es el primer paso para poder generar acciones de intervención pública ante el encierro.


Investigadora: ¿Qué le dirías a tus maestros?


Chilpayate B: Que los extraño y quiero volver a clases.


Chilpayate A: No sé.


Investigadora: ¿Qué le dirías a tu presidente para que pronto regreses a la escuela?


Chilpayate B: Que les diga a los señores que no se cuidan que se cuiden para volver a clases.


Chilpayate A: Decirle a todo el mundo que se cuide para que no existan más contagios.


Investigadora: ¿Qué le dirías a tus papás?


Chilpayate B: Que veamos una película juntos y que jueguen con nosotros.


Chilpayate A: Que me pongan atención y que me den tiempo para hablar.


Consideraciones finales


Es necesario trabajar en la construcción de una nueva forma de relacionarnos entre niños y adultos, integrando diversos elementos y formas de repensar la realidad social. Reconocer el carácter protagónico que tienen los niños niñas y adolescentes ante las problemáticas, pues, hasta este momento, durante la contingencia tanto el estado, la familia y la escuela han olvidado que la niñez enfrenta a diario las condiciones de encierro. Y un buen ejercicio como primer momento es reconocerlo para después identificar las prácticas con las cuales lo resisten e inclusive los problemas que viven. No tomar la perspectiva o el punto de vista de las infancias se traduce en una negación de sus derechos humanos, pues estos construyen su identidad y son agentes de la transformación social.


Si bien es evidente la creciente protección que la sociedad despliega sobre las niñas y los niños, en la práctica se observan ciertas contradicciones en el trato que éstos reciben ya que no se permite su plena participación en la sociedad donde viven ni se consideran sus opiniones en los asuntos que les afectan. En este mismo período histórico, de modo particular en la sociología, son escasos los trabajos publicados que expresan un genuino interés por la infancia en tanto categoría social (Pavez, 2012: 82).


 

[1] La infancia es mucho más que una edad biológica, ha de entenderse dentro de un determinado marco social. La inclusión de los términos infancia, menores, niños, niñas y adolescentes, en este trabajo, es meramente para evitar el uso repetitivo de palabras. Es decir, que no se está considerando el empleo de estos como sinónimos. Cada palabra tiene una carga de significación distinta. [2] Metáfora empleada para hacer alusión a los problemas o males que aquejan la investigación de las infancias. El chahuixtle es una plaga que afecta a las plantas en México. [3] El cual no se considera un mal. El uso de la información de menores de edad debe ser resguardado para garantizar el goce de los derechos humanos en las infancias. [4]Profesor en la Universidad Estatal de Pensilvania, que ayudó a definir y desarrollar el campo de la educación artística. [5] En México hace alusión a un niño o niña de corta edad. Se emplea esta terminología desde una postura decolonial. La ciencia o los escritos académicos demandan el rescate del lenguaje y vocabulario, pues muchos trabajos han creado categorías y conceptos desde el extranjero. [6]A causa de una enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha descubierto más recientemente. Tanto el nuevo virus como la enfermedad eran desconocidos antes de que estallara el brote en Wuhan (China) en diciembre de 2019 (Organización Mundial de la Salud, 2020). [7] Se pretende crear una relación de sujeto a sujeto practicando una interculturalidad democrática. [8] Los títulos de cada imagen fueron nombrados por los autores. [9] El uso del subrayado es para denotar los enunciados a analizar o elementos a resaltar dentro del diálogo.


 

Referencias


Herrero, A. (2013). Sobre la infancia en la prehistoria: un análisis de las sociedades del interior peninsular entre el vi y iii milenio ac. El futuro del pasado (4), 69-86.


Moreno, J. (2013). Cambios históricos en el concepto de infancia. IntraMed. https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=14056


Pavez, I. (2012). Sociología de la Infancia: las niñas y los niños como actores sociales. Revista de Sociología (27), 81-102.


Vásquez, J. (2013). Adultocentrismo y juventud: Aproximaciones foucaulteanas. Sophia, Colección de Filosofía de la Educación (15), 217-234 http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=441846100009


 

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