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  • Luis Felipe Ramírez Cerecedo

Observaciones acerca del constructivismo social y ontología de la idea de Dios


Los científicos sociales en ocasiones en nuestro afán de querer abarcarlo todo dentro de nuestros campos de estudio hacemos en ocasiones, análisis poco realistas basados en ideas preconcebidas del mundo y en marcos teóricos que pueden estar equivocados en algún supuesto. Hace unos meses, vi en el vídeo de un antropólogo, cómo éste trataba de desmontar el concepto de Dios desde el ámbito epistémico y no ontológico, incluso haciendo una crítica burda a la filosofía de los teístas considerándola falsa por ser “colonialista blanca”.


Queremos deconstruir la sociedad con ciertos postulados teóricos, que pensamos, tienen mejor garantía que los del “viejo orden”, pero nos olvidamos de todo el pensamiento que está detrás de una idea. En tal concepto, es sumamente fascinante cómo los científicos sociales hemos visto, desde nuestra percepción occidental cuasi positivista y/o cientificista, a la religión como una cadena que evita la evolución social, cosa graciosa, pues la mayoría respondemos a un concepto más relativista de la sociedad y la cultura, donde no hay cultura o sociedad “más avanzada o más evolucionada”, mientras que por otro lado presuponemos elementos del evolucionismo cultural. En pocas palabras realizamos críticas que intencionalmente pueden ser legítimas, pero teórica y racionalmente no lo son.


Esto precisamente ocurre con el la idea de Dios en las sociedades humanas. Cuando se realizan análisis sobre el tema, es muy difícil reconocer los elementos causales que provocan la distinción entre los conceptos de “dioses” y “Dios”. Podemos rastrear la cadena causal desde los patriarcas del judaísmo temprano en medio oriente, Abraham, Jacob, Job, hasta los clásicos de la filosofía griega como Platón o Aristóteles quienes de manera directa mencionan un ser que parece sumamente ajeno a la naturaleza humana, ese algo que trasciende el espacio y el tiempo, que está más allá del mundo en que el ser humano vive.


Lo anterior se vuelve interesante pues el ser humano en los dos casos, judaísmo temprano y teísmo griego temprano, se diferenciaron de las ideas de sus contemporáneos. Mientras los judíos y griegos vivían cercanos a contextos sumamente politeístas, en ellos nació la idea de un dios único que sostenía todo o era el primer motor del mundo. Dicha conceptualización acerca de Dios ha cambiado a lo largo de los siglos. A este arquetipo de conceptualización, los teóricos de las ciencias sociales le llamamos “Constructo social”.


Los constructos sociales o construcciones sociales son las definiciones, significados, cargas de sentido, nociones o pensamientos, ideas y objetivaciones, que cierto grupo social asigna torno a ciertos objetos, ideas o prácticas, esto en tanto que, la gente accede a comportarse como si el objeto construido socialmente existiera, dándole de alguna manera indirecta, un valor causal. Peter Berger en conjunto con T. Luckmann mencionan que estas son ideas que no existen en la naturaleza. Aquí podemos caer en la errónea idea de que son iguales a los objetos abstractos, pero un constructo social refiere propiamente a las ideas o conceptos acerca de algo que la sociedad inventa para facilitar la concepción de ciertas cosas, entender lo que nombramos y la significación de las cosas. Por su parte, un objeto abstracto no es así.


Aclaro que siendo yo un Nominalista, sostengo que los objetos abstractos NO existen; más bien, sólo nos referimos a ellos como “ficciones útiles”, ya que los objetos abstractos no son sensibles, ni mentales, y no tienen relación causal con nada, cosa que los hace distintos a las Construcciones sociales, en tanto que, lo construido socialmente refiere a una representación o idea más concreta, que perfectamente se puede pensar y tiene una carga de significaciones que la rodea.


Habiendo hecho esta brevísima distinción, vamos con el tema que compete, Dios y los constructos sociales. Cuando se habla desde el marco teórico del constructivismo social, se sostiene que el conocimiento o idealización de algo se genera siempre en el marco de una serie de prácticas, sentimientos, o percepciones determinadas por la cultural y la sociedad, éstas son las que definen nuestras construcciones de la realidad, entonces se sigue que, para el constructivismo social, lo real se “crea” desde una serie de juicios dialecticos y de las intervenciones activas de los grupos sociales.


¿Dios entra en el mundo de los constructos sociales?, sí, la idea de Dios cumple con las características que tienen las demás construcciones sociales. Primero, la idea de Dios tiene ciertas objetivaciones y significantes desde la cultura en que se observe o se piense. Los seres humanos creamos conceptos para entender nuestra realidad. Podríamos decir que tenemos la idea de Dios no es universal, sino que se construye socialmente, de ahí que la construcción de nuestro concepto de Dios se da de manera subjetiva.


Cuando los seres humanos nacemos, llegamos a un mundo en orden y en éste está la idea construida de Dios, pero en ocasiones los científicos sociales llegamos a caer en una presuposición natural/materialista de que la existencia de una deidad está solamente en el campo mental, o que de alguna manera cumple con las características de un objeto abstracto, llegamos a un punto de vista cientificista extrema y pensamos que esta idea y también la creencia en Dios, están fuera de discusión, que cierta creencia es meramente relativa, un sinrazón, y no tiene valor en el conocimiento. Aquí hay un problema.


Concuerdo en que el campo de estudio de las ciencias sociales y las humanidades también debe mantenerse en estudiar e investigar, contrastar y comparar la naturaleza de las creencias, entonces inevitablemente, debemos tomar en cuenta, obligatoriamente, la idea de Dios. Realizar un análisis de cómo es que este constructo social se mueve y mueve la realidad, porque sí, aunque un individuo se considere el más acérrimo de los ateos y rechace todo lo concerniente a la idea, en la realidad social se encuentra la idea de Dios.


Estoy en pleno desacuerdo con esa idea cientificista y determinista de que “toda actividad humana está dictada por leyes que gobiernan el funcionamiento del cerebro. Y que es solo a través del conocimiento de ese funcionamiento como podrá cambiar el mundo futuro” (Mora, 2004: 177), por consiguiente, las creencias salen meramente de meras construcciones cerebrales y es aquí uno de los errores en los que caemos los científicos sociales, juzgamos duramente el cientificismo, pero lo respaldamos con este tipo de declaraciones absurdas.


La cuestión es que aquí el discurso del constructivismo social, tiene un problema al categorizar la idea de Dios. El filósofo William Lane Craig explica esta cuestión.


“Al tratar este tema, es crucial que distingamos claramente entre la posibilidad metafísica y meramente epistémica. La primera se refiere a lo que es realmente posible; la segunda a lo que es consistente con lo que sabemos” (Craig, 1984:194).


Y ese es el problema en el que caemos los científicos sociales cuando hacemos críticas a la vida social ¡No sabemos distinguir entre lo epistémico y lo metafísico, lo teórico de lo real, o lo epistémico de lo aplicable!, cuando realizamos críticas sin distinguir lo uno de lo otro, solamente confesamos nuestra vacilación con respecto al valor de la veracidad de las cosas.


La creencia en Dios y su idea, es, como algunos epistemólogos la han definido, “una creencia propiamente básica” y con certeza al ser una creencia básica tiene sus garantías epistémicas, es decir, que los seres humanos, en tanto su capacidad de aprendizaje psico-social está en pleno funcionamiento, tienen la capacidad innata y natural para enganchar en su bagaje la existencia de Dios. Las creencias se consideran propiamente básicas si son razonables y coherentes con una visión sensible del mundo, aun cuando se considera que esta idea queda en el campo de lo construido socialmente, sometida a lo inteligible del conocimiento humano y cuando mayormente los humanos tenemos capacidad de aceptar verdades de percepción. Es decir, los humanos dadas las experiencias, conocimientos y momentos apropiados naturalmente perciben la existencia de Dios, entonces, las creencias religiosas tienen garantía epistémica, independientemente si se construyan socialmente o no (Plantinga, 1983:52).


Para entender esto que el filósofo Alvin Plantinga llamó Epistemología Reformada y su relación con la garantía epistemológica de las creencias, se tiene que la inicial circunstancia para que la intuición del aquel que sostiene una creencia y para que esta creencia esté garantizada, las facultades del individuo deben funcionar correctamente, es decir, sin ninguna disfunción. Esto en consideración a que no todas las facultades humanas funcionen adecuadamente, sino solamente las que estén implicadas en el funcionamiento correcto de la psique y la actividad cognitiva.


Podría decirse que las ideas centrales bajo las que se sustenta la epistemología reformada es que la evidencia no es el único criterio para establecer qué creencias son básicas (Conesa 2011:10).


Existen creencias que son adecuadamente básicas sin ser evidentes, la categoría de la creencia en Dios cabe perfectamente en este lugar. Esto mismo pasa con nuestras creencias torno a la percepción, sobre las que se infieren por la memoria o sobre los sentimientos o pensamientos. A esto se le llama garantía intuitiva, es casi como dogma filosófico, a no ser que sostengamos una especie de solipsismo, podemos fiamos de nuestros sentidos y percepciones y que no es necesaria una justificación, para aceptar algo.


Desde el constructivismo social podríamos decir que la idea de Dios, forma parte de un plano sometido al campo mental, entonces, las creencias e idealizaciones acerca de lo que es Dios, estarían sometidas al carácter claro del pensamiento mismo. Esto es cierto, en tanto que el pensamiento humano acerca de Dios, está sometido a la transparencia misma de las ideas, esto no tiene por qué afectar al Ser mismo de Dios y de su creencia en él, es decir, si las ideas o pensamientos y cargas de sentido sobre de Dios no fuesen coherentes entre sí, no habría pensamientos ni significaciones en absoluto, o mejor dicho, no se podría construir socialmente sobre Él. Ya que el pensar acerca de algo o construir acerca de algo, no reduce la naturaleza de eso al pensamiento mismo. Como dije antes, no tenemos acceso epistémico a la naturaleza ontológica de las cosas, pero sí creo que podemos tener ciertas ventanas de acceso para entender la naturaleza de cosas.


A modo de sarcasmo, puedo decir que, si no entendemos esto en nuestros análisis de la realidad social, ¡deberíamos obligarnos retomar un curso acerca de epistemología! Debemos entender las diferencias conceptuales, empíricas y metafísicas, y que, en el análisis, se requiere forzosamente evidencia y representaciones de su respectiva categoría, y, por ejemplo, no puedes probar una propiedad metafísica con evidencia empírica, o no puedes criticar los elementos que crean un imaginario social, sin considerar la epistemología que rodea al imaginario.


Consideraciones finales


La intencionalidad de este pequeño artículo no es la de desestimar las críticas que los científicos sociales y humanistas le hacemos a la realidad que nos rodea, al contrario, me parece sumamente importante que hagamos este tipo de análisis. Torno a la idea de Dios y las creencias, siempre hemos partido de una postura cuasi antirreligiosa y escéptica, esto es diferente no una postura propiamente laica y objetiva, sino que partimos de una postura naturalista preconcebida. Nuestras críticas son muchas veces ilegítimas y en nuestro afán de impulsar el librepensamiento, ignoramos por completo el enorme devenir en el pensamiento y la coherencia de los órdenes sagrados.


No rechazo que la idea de Dios se pueda estudiar como constructo social, incluso los positivistaspodrían aseverar que es debido a que Dios no existe en el mundo sensorial ya que nadie lo ha visto se sigue que la idea de Dios no es real, sino imaginaria y construida socialmente, porque no se puede contrastar con la realidad física, entonces, la idea de Dios es un constructo que ha ido adquiriendo matices diferentes por los factores externos de aprendizaje, la cultura, la enseñanza de generaciones, la filosofía y cargas de sentido social, pero no se sigue que la idea de Dios se limite a eso ni que lo que se piense acerca de Dios no nos diga nada acerca de la metafísica de Dios.


 

Fuentes consultadas


Conesa, Francisco (2007). Universidad de Navarra: La Epistemología reformada en Plantinga. Barcelona: Herder.


Craig, William L. (1984). Reasonable Faith. Salem Oregon: Kerigma.


Plantinga, Alvin. (2002). Creencia cristiana garantizada. Philosophical Books, 43. Nueva York: Oxford University Press.


Plantinga, Alvin. (1993). Garantía y función adecuada. Nueva York: Oxford University Press.


Plantinga, Alvin. (1983). Razón y creencia en Dios. Madrid: Eunsa.


Mora, Francisco (2011). El fin de la fe: religión, terror, y el futuro de la razón. Madrid: Paradigma.


 

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