Nefebelitudes
I
Blancas, sonrisas; grises, llantos; arreboladas, rubores; negras, melancolía: la tonalidad de las nubes es el lenguaje corporal climático.
II
Nubes en el cielo, algodones en la tierra; materiales esperando ser teñidos y tejidos.
III
Plásticas, dúctiles, frágiles y efímeras; así las ideas peregrinas y las nubes.
IV
Los escultores de mármol y nubes, respectivamente: Fidias en la Hélade antigua, el viento en la bóveda azul.
V
Las figuras que imaginamos en el cielo están expuestas en la galería más accesible del mundo.
VI
En el escenario supraterrenal, la albiceleste compañía de teatro actúa gratuita y sempiternamente para todo aquel que guste voltear a ver.
VII
Las nubes son las fumarolas de un cigarro jamás visto e inimaginado.
VIII
Los rizos obscuros de las nubes pluvíferas son arabescos de algún ígnoto sahumerio y aspersorios de agua bendita.
IX
Las nubes se desplazan por el cielo como lo hacen los gránulos por el reloj de arena.
X
Las piruetas, requiebros y cambios de las nubosidades son las animaciones del fondo de pantalla en el móvil terrestre.
XI
El viento cierne los grumos de nubes para panificar los panes en el horno...Q
XII
Los nubarrones son los pensamientos confusos y ambiguos del horizonte.
XIII
Los altocúmulos son el rebaño celeste pastoreados por Eolo.
XIV
Las oquedades entre nubes son ventanas donde se atisban mutuamente los astros y el mundo.
XV
La nefelomancia es una correspondencia cuya epístola está dirigida a gente nefebilata, como Rubén Darío.
XVI
La margarita lunar resplandece más cuando se abre la madreperla nebular.
XVII
En ocasiones, un numinoso y luminoso dedo señala algo — con extrañas intenciones — desde una manga de nubarrones.
XVIII
En la lontananza, puede verse una nave internebular lanza rayos y bombas líquidas a la tierra (algo así como lo hizo la Estrella de la Muerte con Alderaan) con fines de conquista.
XIX
En los días claros de otoño se ven las canas rizadas del año en curso.
XX
Las nubes rubias roban sus oros al sol.
XXI
Las nubes suben de tono y su rubor les delata la curiosidad por atisbar al blondo viajero.
XXII
Desde el final del túnel del gran vacío, la luz de la luna llena ilumina los escollos nubosos.
XXIII
La nubosidad reptil trae el agua en tiempo de canícula, así como la vía láctea la luz al resto del universo.
XXIV
¿Por qué necesariamente habrían de llorar las nubes cuando llueve?
XXV
La hoja de papel celeste es desgarrada por la mano eólica y sus jirones se transforman en nubes errantes que serán empleadas en algún collage posteriormente.
XXVI
Las iridiscencias en las nubes son el teñido con crepé que hizo un incógnito peluquero estratosférico.
XXVII
¿Las estelas de condensación son las huellas que dejan las aves mecánicas o son evidencias de alguna maniobra malintencionada?
XXVIII
Podría hacer una función cosenoidal o series de Fibonacci con cada una de las nubes y aún así no podría describir su belleza.
XXIX
Crisantemos y gisófilas en la tierra, nubes en el cielo.
XXX
Las montañas cumulonímbicas (cuando son generosas) ofrecen sus cristales a la tierra a manos llenas, pero a menudo son incomprendidas por sus agasajados.
XXXI
Los truenos son la pirotecnia; la lluvia, las chispas en cascada y los nubarrones, el humo resultante de los divertimentos atmosféricos.
XXXII
Las nubes son los vilanos de un ignoto diente de león que un hálito divino ha soplado.
XXXIII
En el almohadón de plumas nebulares es donde comienzo a ver materializados mis sueños más lúcidos.
XXXIV
La nube es un pedazo de efímera completitud ante nuestros ojos.
XXXV
Las fiorituras y requiebros que veo en el caldo rojo con migas del desayuno me recuerdan a las nebulares en el cielo azul.
XXXVI
¿Las figuras que veo en las nubes son un reflejo de mí mismo?