top of page
  • Tomás Ariel Castillo López

Enfoques de la cultura, derechos humanos, género y perspectivas de la antropología mexicana


El presente texto tiene por objetivo hacer un análisis sobre los vaivenes de la importancia de los enfoques culturales, el género, la polémica con respecto a los derechos humanos de los indígenas y las actuales perspectivas de la antropología mexicana.


Enfoques culturales de la antropología mexicana

Para los años setenta, resultado de una ruptura política, la antropología mexicana tuvo una irrupción masiva del marxismo y, con esto, los campesinos se volvieron foco de atención principal de las ciencias sociales (Krotz, 2003). Por lo mencionado y por la caída del indigenismo oficial, el concepto de cultura se fue perdiendo para esos años en la discusión antropológica. Además, se pensaba que el término hacía alusión al culturalismo vinculado con el imperialismo cultural, que ocultaba las estructuras de explotación y dominación y que se interesaba en el estudio de la superestructura que, más bien, se encargaba de folclorizar la investigación antropológica (Krotz, 2003).


Tratar de esa manera el término cultura redujo la visión de la antropología mexicana ya que, si bien el estudio de la estructura es necesario para entender la dominación y la explotación, no explica estos fenómenos en su totalidad. Así que la superestructura, en donde tiene cabida la cultura como el aspecto simbólico de la vida social, también debe ser tomada en cuenta como una dimensión que puede ofrecer un análisis profundo de las mismas.


En la antropología mexicana se retomó la concepción de cultura sin acepciones negativas al discutirse el término folclor, tomado de Gramsci, que hacía alusión a la llamada cultura popular que fomentó el estudio de barrios, grupos migrantes, obreros, sindicatos, entre otros. Esto daba cuenta de la segmentación real de las capas mayoritarias de la población mexicana (Krotz, 2003). O sea, se tomaban en cuenta los fenómenos superestructurales sin abandonar la crítica desde el marxismo.


Con lo anterior se trata de explicar de modo conciso cómo se desechó y cómo se retomó la concepción de cultura, y si bien el folclor trajo consigo la reconsideración del término, no siempre se utiliza de la misma forma, ya que no existe sólo una. Es así como podemos ubicar tres maneras de definir la cultura: una forma descriptiva, en la que elementos bien delimitados corresponden a grupos humanos igualmente delimitados. Un ejemplo es la definición de cultura de Tylor, quien la concibe como aquella que “abarca al conocimiento, las creencias, el arte, la moral, la ley, las costumbres y cualesquiera otras habilidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad” (1903, citado en Thompson, 1990: 191). O sea, la cultura es un listado de elementos que le son únicos a una sociedad, necesarios para su existencia. Y esta noción descriptiva fue muy utilizada en la antropología mexicana anterior a la ruptura política de finales de los sesentas. La segunda es la simbólica, en la que la cultura solamente es el aspecto simbólico de la vida social y no el todo, a diferencia de la descriptiva. Y la tercera es la estructural, en la que se define con una orientación política y económica que evidencia la existencia del conflicto, la heterogeneidad y las relaciones de dominación y explotación en la vida social.


Lo que se debe recalcar es que estas tres maneras de definir la cultura no corresponden a etapas de la antropología mexicana, sino que podemos notar cómo se empalmaba su uso en distintos periodos, o sea que no podemos hablar de una noción puramente descriptiva, simbólica o estructural en la discusión teórica, sino que unas pueden tener predominancia sobre otras.




Género y derechos humanos


¿Qué podemos tomar en cuenta de los temas de género y los derechos humanos? En primer lugar, la cuestión del género no había tenido una atención considerable y menos en el contexto indígena. Si bien, la violación constante de derechos humanos en los grupos étnicos es visible (Muñiz y Corona, 1996), ¿cómo es la relación hombre-mujer situándonos en este marco?


Es evidente que existe una violación sistemática de los derechos humanos en los pueblos indígenas, pero es aún más evidente en el caso de las mujeres. Tan sólo hay que echar un vistazo a la posición que ocupan dentro de la jerarquía de los distintos grupos en los que, generalmente, existen relaciones de dominio por parte del hombre. Ante esto, ni las políticas gubernamentales, ni el feminismo, ni el indigenismo son capaces de dar respuesta (Muñiz y Corona, 1996). Intentar cambiar las prácticas sociales ha significado uno de los grandes debates de la antropología mexicana, ¿se debe intervenir en la violación sistemática de los derechos humanos o se debe optar por la permanencia de estas pautas?


Abogar por alguna de estas posiciones es controvertido, pero lo que la antropología debe evidenciar es la existencia de un trabajo simbólico que intenta justificar el dominio haciéndolo aparentemente natural (Bourdieu, 1991) dentro de los llamados pueblos indígenas. Hablar de los derechos humanos universales en este contexto no es una imposición de criterios occidentales, más bien se debe pensar como una propuesta de varias formas de pensar que no necesariamente son de Occidente. Es pertinente pensar en derechos que deberían ser comunes entre todos por el simple hecho de ser humanos.


Cuando se habla del derecho indígena como la forma en que, consuetudinariamente, se autorregulan los pueblos para atender las exigencias de su vida (Sierra, 2004), no es tan preciso, ya que en realidad sólo se atienden las exigencias de los dominantes. O sea, una regulación consuetudinaria puede ser obligar a una mujer a casarse con un hombre que tiene el suficiente dinero para pagar a los padres el “derecho” a tenerla. Evidentemente se incumple el derecho indígena si esta escapa para evitar casarse por la fuerza. A partir de este ejemplo vale la pena preguntarse, ¿qué efectos tendría, por ejemplo, reconocer la autonomía de los pueblos originarios? Se ha exigido que se reconozca jurisdicción a las autoridades indígenas en los distintos ámbitos gubernamentales, comunitarios y municipales, o bien, el reconocimiento de las comunidades como entidades de derecho público (Sierra, 2004). Creo que es aquí donde hay que tener cuidado con la discusión de la autonomía de los pueblos. Esta podría utilizarse como justificación primordial para el beneficio de unos cuantos.


La situación de las mujeres es desventajosa frente a la del hombre ante la justificación de la dominación que se había mencionado, por lo que hay que tener muchas consideraciones al hablar de la autonomía de los pueblos. Si esta fuera a darse, se tienen que buscar alternativas para que su reconocimiento no signifique la legitimación de desigualdades tan evidentes como la de género (Sierra, 2004).




Perspectivas actuales de la antropología mexicana


Es importante que la antropología mexicana haga un balance de los haberes y deberes durante los más de cien años que tiene de vida (Vázquez León, 2014). Pero antes de pasar a analizar esto, es relevante hablar de la actual posición de ésta.


No está de más decir que las distintas escuelas y centros de investigación han dado más reconocimiento a las investigaciones convencionales y muestran un menosprecio a la innovación presente en algunas tesis (Vázquez León, 2014). ¿Por qué se da esta situación?


El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) ha sido responsable, en cierta medida, de esa situación en la que se elaboran una infinidad de trabajos convencionales por el “rigor” que se exige para ser parte del Sistema Nacional de Investigadores (SIN). Es decir, se elaboran tantos trabajos para asegurar la permanencia de los investigadores en el sistema, ya sea por el reconocimiento que les otorga o por los beneficios que les pueda generar, que se hace a un lado, por lo general, el interés por fortalecer el avance de la disciplina (Krotz, 2007).


Más allá de lo burocrático e institucional, en la parte académica, hay que hacer caso a las propuestas que da Esteban Krotz a la antropología mexicana: hacer una antropología de la antropología; tomar en consideración las antropologías del Sur[1]; aplicar los conocimientos de la antropología a las instituciones; recuperar la dimensión ética y ahondar en la comprensión del carácter de lo social (2007). Estas son relevantes porque, en primer lugar, es muy necesario que se haga un análisis profundo de la antropología desde la visión de la misma, ya que esto puede retroalimentar la disciplina y hacerle notar qué se ha hecho bien y qué falta por hacer.

Conclusiones

¿En dónde se encuentra la antropología mexicana? ¿Cuáles son sus deberes y haberes? A pesar de las críticas que se le puedan hacer a la disciplina, se ha logrado consolidar a partir de las reflexiones que de ella se han generado en su siglo de existencia. Pero es evidente que aún existen deficiencias muy notables en las que hay que seguir trabajando, tanto en el ámbito académico como en el institucional y burocrático.


Retomar la concepción de cultura en la antropología mexicana fue un punto importante a su favor, ya que también es imprescindible analizar la superestructura para tratar de entender la vida social y su dimensión simbólica. Antes de los años setenta, las nociones utilizadas con mayor frecuencia eran las descriptivas, pero en los ochenta, al revalorarse el concepto de cultura, también comenzó a hacerse alusión a las definiciones simbólicas y posteriormente a las estructurales (Krotz, 2003). Sin embargo hay que aceptar que muchos de los trabajos antropológicos aún tienen muy permeadas las nociones descriptivas de la cultura y no tanto las estructurales, que son más precisas para adentrarse a comprender las relaciones de dominación y explotación muy presentes en la sociedad.


¿Qué le depara a esta disciplina en México? Como se había mencionado anteriormente, las propuestas que hace Krotz son acertadas, principalmente la consideración de las antropologías del Sur, la antropología de la antropología y aplicar el conocimiento antropológico a las instituciones. Las dos últimas porque es esencial mirar críticamente con las herramientas teóricas de esta disciplina la misma disciplina, o sea, estudiar la antropología y las instituciones desde una perspectiva antropológica. Las antropologías del Sur son de vital importancia, ya que es necesario para el futuro de la antropología mexicana un estudio desde el pensamiento propio, refiriéndome a un estudio desde la visión no hegemónica, en este caso, de América Latina.


En cuanto a teoría, se ha ahondado en diversas temáticas como el género, los derechos humanos y la migración. Esta última temática debe de considerarse con especial atención, ya que evidencia la situación en la que se encuentran muchos integrantes de los llamados pueblos originarios que han transformado la dinámica social de sus lugares de origen y los lugares a los que migran. Y, tanto en el análisis del tema de género y derechos humanos, se ha reivindicado el papel de la mujer tomando en cuenta las relaciones de dominación y explotación existentes (Pérez-Ruiz, 2002).


Con esto último, es pertinente pensar en los derechos humanos como tema de discusión importante dentro de la disciplina. Y, haciendo a un lado la reflexión de este tópico con las relaciones entre hombre y mujer en los pueblos originarios, vale la pena preguntarse si deberían tener predominancia los derechos humanos universales sobre los usos y costumbres. Es de notar que aún existen antropólogos dedicados a la conservación de estos usos y costumbres, pero hay que despegarnos de la idea de conservación basada en relativismos culturales y hay que empezar a tener una postura más crítica de la vida social. Además, es menester preguntarse ¿a quiénes favorecen y a quiénes perjudica el ejercicio de estos? Por esto hay que plantear en la antropología una visión más estructural de la cultura que una descriptiva o simbólica.


 

Bourdie, Pierre. (1991). El sentido práctico. Madrid: Taurus.


Krotz, Esteban. (2003). El estudio de la cultura en la antropología mexicana reciente: una visión panorámica. En: VALENZUELA ARCE, José Manuel (Coord.), 2003, Los estudios culturales en México. México: FCE- CONACULTA, pp. 80-115.


Krotz, Esteban. (2007). Cuatro cuestiones cruciales para el desarrollo de nuestras antropologías. En: GIGLIA, Ángela, Carlos GARMA y Ana Paula de TERESA (Comps.), 2007, ¿A dónde va la antropología?, México: UAM-I, pp. 157-176.


Muñiz, Elsa y Adriana CORONA. (1996). Indigenismo y género: violencia doméstica. Nueva Antropología. Poder y género. México: COLMEX/UAM-I/CONACYT/Gpo. G. V., Vol. XV, NO. 49, mar., pp. 41-58.


Pérez-Ruíz. (2002). Del comunalismo a las megaciudades: el nuevo rostro de los indígenas urbanos. En: PEÑA, Guillermo de la y Luis VÁZQUEZ LEÓN (Coords.), 2002. La antropología sociocultural en el México del Milenio. Búsquedas, encuentros y transiciones. México: FCE, pp. 295-340.


Sierra, María Teresa. (2004). Derechos humanos, etnicidad y género: reformas legales y retos antropológicos. En: HERNÁNDEZ, Rosalva Aída, Sarela PAZ y María Teresa SIERRA (Coords.), 2004, El Estado y los indígenas en tiempos del PAN: neoindigenismo, legalidad e identidad. México: H. Cámara de Diputados-LIX Legislatura/CIESAS/Porrúa, pp. 307-332.


Thompson, John. (1990). Ideología y cultura moderna. México: UAM-X.


Vázquez León, Luis. (2014). Ciento cuatro años de antropología mexicana. En: Antropologías del Sur. Revista de la Escuela de Antropología, Santiago de Chile, Univ. Academia de Humanismo Cristiano, N° 1, pp. 119-131. Recuperado el 19-VII-15 de http://www.revistaantropologiasdelsur.cl/wp-content/uploads/2014/11/Rebolledo-Loreto_Aportes-de-los-Estudios-de-G%C3%A9nero-a-las-Ciencias-Sociales.pdf

 

Entradas relacionadas

Ver todo
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
bottom of page