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Luis Romani

El deseo es mi novio más antiguo. Jóvenes, amantes, novios, acompañantes y sexoservidores para hombr



NOTA: Debido al acuerdo con los involucrados he cambiado los nombres, situaciones y cualquier referencia directa. El artículo es una exposición de mis reflexiones personales, basadas en las entrevistas y testimonios reunidos de 2012 a 2015 de jóvenes que se dedican/dedicaron a la prostitución masculina en los estados de Oaxaca y Veracruz.



No me gustaba ser el gato de nadie

En el talón yo era mi propio jefe yo decidía lo

que tenía que hacer y con quién y también

decidía lo que debía ganar si quería ganar más

pus trabaja más ¿verdad?

Luis Zapata, El vampiro de la colonia Roma.

La otra vez conocí a una buchona. Estaba en un antro de la cuenca y la señorita llegó a imponer: voluptuosa, cabello negro larguísimo, culazo y unas chichis de miedo, con cirugía hasta en la ceja. La mujer se fue a una zona vip con varios hombres de bigote, pidieron cuatro botellas de las más caras y se estuvieron riendo toda la noche. Todos allí estuvimos comentando sobre la mujerzuela que arribó a la fiesta, era imposible no verla ni hablar de ella. Se me antojó hacer un artículo sobre las novias del narco, estaba por empezar cuando Cristian, un conocido, me contó que a su amigo le acababan de regalar una pantalla, bocinas y teatro en casa. ¿Quién se lo regaló?, pregunté —no sé, pero se lo regalaron.


Entonces recordé aquella entrevista que le hice una vez al Nene del oficio, un ex escort, encargado de realizar servicios para varios agentes públicos. En su casa, Nene (24 años) también tenía una pantalla igual; “fue un obsequio” me dijo, “me la quisieron regalar y no iba a decir que no, verdad”. Entre indagaciones, suposiciones y borracheras le saqué toda la información a Cristian, no por chismoso, aclaro, era una investigación más o menos seria. Resultó que Raziel (26 años), el amigo de Cris, era un acompañante de hombres, la mayoría con sueldos para mantener más de una casa. Raziel en ocasiones recurría a trabajos sexuales y en discreción llevaba vidas paralelas, todas subsidiadas por unos cuantos patrocinadores. Sabido esto, me atrajo ese color fucsia de la vida, que a través del artificio corporal y la sexualidad se gobierna al otro, al poderoso e influyente. Podría decirse que se trata de una vida con lujos, estabilidad, cero preocupaciones y hasta glamur; con Raziel descubrí, o confirmé, que se podía tener todo, haciendo creer al otro que se es de su propiedad. “No te vendes realmente, no eres una puta cualquiera, ellos no te pagan por un acostón”—me dijo Raziel—“ellos te patrocinan la vida a cambio de que tú los quieras o aparentes quererlos”. Él contó todo, bajo la regla de los otros escort: nada de nombres ni referencias (aparte, nadie me iba a creer, la vivencia del prostituto fino suena demasiado inventada). “Es suficiente con que tengas uno o dos padrinos en la manga, no hace falta que te regatees como vil puta, eso es para los chichifos de abajo”. Parte del asunto es que lleves una vida ostentosa y todos noten lo cabrón y exitoso que eres.


Los novios de la mafia


Para ser un novio de la mafia lo más complicado es infiltrarse en el sistema, quizá la suerte ayude, pero basta con que tengas internet[1.] Una vez que estableces contacto con ellos, el resto es fácil. Digo mafias al conjunto de hombres agrupados en un sector de trabajo: mafias de gobierno, empresarios, oficinistas. Varios patrocinadores pertenecen a ello, es un título que yo mismo les he dado para referirme dentro del texto. A los patrocinadores, nombre que se le da a los clientes u hombres que mantienen una heterodoxa relación con los chavos, les gusta que lleven una vida juvenil clásica: que estudien, tengan empleo, hagan ejercicio, que tengan novia; una vida estereotípicamente heterosexual. A veces, los novios de la mafia suelen ser homosexuales, pero con los padrinos no pueden desinhibirse públicamente; cero afeminados, cero joterías. A los jefes les gusta saber que éstos hacen el amor con su novia, pero al final del día vienen a dormir con ellos.


Todo novio de la mafia bien acomodado cumple con características similares. No son los modelos finos de Gucci, deben parecer más a prototipos de estrellas porno. Deben tener vello en pecho, barba, voz gruesa, ser machitos. Nene me platicó que se comportaba muy, muy varonil cuando hacía servicio, así lo pedían, “y realmente yo soy muy maricón”. En cambio, Raziel se reinventó: como no era guapo, hizo mucho trabajo en el gimnasio, unos cuantos chochos después hasta la voz expresaba virilidad; tomaba proteínas, suplementos, cuando le llegó más dinero consideró inyectarse hormonas animales. Se quitó panza, adiós a la grasa con una cita en camilla, quedó sólo el volumen de unos músculos marcados; se fabricó a sí mismo. Justo así gustan sus amantes los patrocinadores, jóvenes y masculinos. Que se vistan bien; camisas caras con los botones separados en el pecho, pantalones ajustados que presuman unas levantadas y duras nalgas, piernas torneadas y un bultote abajo del cinturón. Bien peinados, que huelan a hombre, no a sudor de bestia, sino como un Adonis recién bañado en tina de espuma. A varios muchachos, los padrinos, los sacaban del agujero para hacerlos pasar por jóvenes de buena familia, y así poder cumplir su fantasía. La fantasía del jefe: chingarse al hijo de su compadre.


Para novios como Raziel y Nene luego de cumplir los requisitos vienen los obsequios, el efectivo, los choches, las pantallas, los conciertos, aguinaldos y demás sorpresas, siempre y cuando puedan mantener interesado al patrocinador. Para Raziel, la taloneada elegante se volvió su cielo. En su adolescencia fue el maricón feo de la secundaria que usaba palestina y diadema, aquel ridículo del que todos se burlaban, nomás cumplió la mayoría de edad y el truque de sex for money le puso la ciudad escriturada a sus pies, por así decirlo. Los novios dan belleza y compañía exclusiva a cambio de una vida fabulosa, aunque, también llega a ellos la promiscuidad, están en la edad de la calentura libertaria, tiene que haber alguien que satisfaga las ganas sexuales (muchos no se acuestan con el jefe, sólo es seducción y toqueteo); su oficio no les impide que vivan a plenitud la primavera de su vida, siempre y cuando el padrino no se entere.


Cuando eres joven y bello


Conocí a Magno Águila Rey por un compañero de la escuela. Magno, quien era un joven promesa, realizó un par de trabajos denigrantes para sus jefes y los jefes de sus jefes a cambio de altísimas cantidades de dinero. Conmigo jamás entró en detalles, nunca pude saber exactamente qué hizo ni con quiénes. Lo que sí me contó, fue que luego de su arrepentimiento trató de hacer las cosas moralmente correctas, le fue imposible, como había despreciado a diversos padrinos poderosos, ya ninguno lo dejó crecer. “Me di cuenta de cómo funciona todo esto y quisiera hacer algo al respecto, pero sería colgarme a mí mismo. Ahora trato de hacer lo justo y es muy difícil mirar a la gente con la que trabajo, sonriendo a lado de los demás, sabiendo la vida secreta que llevan”. Claro que aquellos están en su derecho, los hombres, las personas, tienen derecho a sentir, a desear y ser deseadas, derecho a adquirir servicios, a pagar por lo que quieren, y si lo quieren es otro hombre ¿los demás qué podemos hacer?


El presente nos impone, la historia nos hace saber que es en la juventud cuando gobernar y ampliar el horizonte de expectativas es posible. Cuando se es joven y bello, y te hacen falta tantas cosas, y nadie te garantiza el mañana el hoy se vuelve inmenso. “Los jóvenes son/somos muy estúpidos y apasionados”, declara Magno, “nos arriesgamos a lo loco, vivimos al límite, nos divertimos a lo grande. Esta generación está/estamos creciendo en un país diferente, violentado en muchos sentidos. Hay guerras y guerrillas, levantones en la otra esquina, desaparecidos aquí y allá, hay enfermedad, fraude, corrupción, leyes pendejas. Ya nadie sabe si el día de mañana va amanecer tirado en una zanja. Creo que por eso lo hacen, lo hacemos. Es penitencia vivir con los deseos reprimidos ¿no crees?”.


Muchas veces no importa lo que se ponga en juego de la moral, ahora sí que el fin justifica los medios. “A veces no es por la necesidad o el dinero, es el ego” ¿qué es más fuerte que eso? “somos unos egomaníacos de mierda” me dice Nene, “es un deseo hedonista de sentirnos importantes y trascendentes, la única forma de ejercer el poder sobre otros”. Como machos de la especie humano, tenemos las ganas de comernos al otro, literal y figurativamente.


Pajaritos raptados por halcones


Para ilustrar mejor mi artículo, con las experiencias de los chicos en este mundo, describo abajo tres breves testimonios:

  1. Alex (23 años) conoció a Tirado cuando el hombre contrató una vez sus servicios. A Tirado le agradó tanto que lo convirtió en su amante oficial. Le daba dinero, lo patrocinó para mudarse a un nuevo departamento, fueron a las tiendas donde le compró desde ropa, zapatos, un celular, hasta sábanas. Se iban a cenar juntos y después pasaban por los amigos de Alex para llevarlos al antro. Sólo no le soltó la camioneta porque Alex no quería aprender a manejar. “Me llevaba a los viajes con su mujer, me presentó como el hijo de su mejor amigo y que me consideraba su ahijado. La señora y yo nos caímos bien, hasta cortinas me ayudó a escoger para mi nuevo depa. Tirado le dijo a mi roomie que por favor me vigilara y le avisara si yo me llegaba a enfermar. El hombre ni me tocaba, ni nos acostábamos, de repente me abrazaba, a mí me daba igual si cogíamos o no, pero él nunca volvió a insinuar nada. Le gustaba llamarme y que yo le dijera qué me faltaba, nomás me respondía ´cuídese, lo veo luego´ y ya”.

  2. “Cuando tenía quince años iba rumbo a mi casa y un señor en una moto de tortillero me habló. Pensé que quería indicaciones y me fui con él. Me preguntó mi nombre, si tenía calor, si vivía por allí y que si quería hacer el amor con él, a cambio de trescientos pesos. Como me asusté y no sabía qué hacer le dije que sí, pero que lo veía al otro día, me pasó su dirección y me fui a mi casa. Obvio nunca fui con él. A la semana me lo vuelvo a topar y otra vez me vuelve a ofrecer lo mismo, pero lo ignoré, esta vez le dije que si seguía chingando le iba a decir a la policía que andaba acosando chavitos, y que el cabrón me dice: ´perdón, ya no te voy a molestar con eso. Oye ¿y si tú me los consigues? mándame chavos y te toca una parte del dinero´. Había harto mayate en mi prepa que lo pensé muy bien. Obviamente no fui corriendo a mi escuela preguntado quién quería meterse con el señor, pero ya sabes como son los chavos, entre broma y broma, empecé a ganar varo. La mayoría eran batos más grandes que ni estudiaban, amigos de mis compañeros que ya tenían experiencia”, Xavier (22 años).

  3. Hay niños que sirven a la iglesia y hay jóvenes que se pasean como por su casa en catedral. “Las sirvientas de la casa parroquial lo sabían”, me contó Karlos (20 años), “a los padres les gustaban chavos que jueguen fut o básquet, que duden de su sexualidad y cuando vas a confesarte te llaman para una intervención especial”. Karlos se acostó con un sacerdote que vivía su primera vez. Al hombre no le gustó besarlo, decía que eso estaba mal. “Y mientras cogíamos yo viendo la pared con el cristo, el cuadro de la virgen atrás y el olor a flores de misa, fue traumante, pero se sentía chido, yo me sentía como el pecado o así, la neta me gustó”. Una de las anécdotas que Karlos recuerda con mucha gracia fue cuando lo llevaron a una especie de convención nacional de sacerdotes; “es todo un convivio, dan comida y juegos y cantas y bailas, pero primero hay una reunión de puros padres a la que no puedes entrar”. Mientras Karlos esperaba afuera, en el estacionamiento, se percató de que había muchos chavitos de su edad (13-16 años, en aquel entonces) y ninguno vestía de monaguillo. “Me miré fijamente con uno y nos sonreímos. Después miré a todos los demás y nos empezamos a reír, ya todos sabíamos quienes éramos. Entre los mismos curas se los recomendaban”.

El más antiguo de todos los amantes


No sé si todos los hombres en el poder tengan amantes, otras familias o sean homosexuales a escondidas, pero hasta donde llegué averiguar[2] los que contratan este tipo de compañías son varios. A veces no se trata de coger. A los hombres mayores les basta con sentirse queridos y necesarios. Eso sí, les gusta manosear a los escorts, sentirlos y fantasear con que un día los harán suyos. Basta con palabras bonitas y promesas. “Son como papás que te dan afecto y te preguntan si necesitas más dinero”. Si los padrinos tienen buena jerarquía dejan al querido al mando de una asociación o coordinador de algo (no todos los coordinadores de algo son amantes de alguien, aclaro). Así estos pueden pasearse en los pasillos sin sospechas y cobrar un sueldo sin hacer gran cosa. Pero eso sólo pasa con los novios-amantes afortunados, pues también están los hombres-clientes que nomás buscan un revolcón y ya.


Tampoco sé si el mundo esté plagado de una condición homosexual secreta, o si se trata de un machismo exagerado, llevado a otros niveles. O es quizá una rebelión de que los machos están cansados de no poder expresar sus verdaderos sentimientos debido a toda la construcción cultural que ellos mismo impusieron, ¿es por eso que todo es secreto? porqué simplemente los patrocinadores no hacen pública su preferencia, si son tan poderosos no habría problema, nadie los podría atacar… Quizá es por el mero deseo de poseer lo prohibido, aparte de evadir el tabú homosexual machista, y saciar los instintos de superioridad, de satisfacer a ese novio más antiguo: el deseo, dominio y control. Ya que sería un súpermacho aquel que no solamente somete a la mujer, sino que tiene bajo su mismo yugo a otro súpermacho prefabricado. Se construyen sus propios “concubinos” para poder vivir, ahora que pueden, una etapa que nunca aprovecharon en sus días de juventud (por prejuicios, temor y porque pertenecen a una generación distinta, más tradicional). Estos noviazgos negros representan las ganas de hacer lo que nadie debe saber, en apariencia. Para los patrocinadores, el asunto es llegar a la fiesta, pedir las botellas, estar en la zona vip y carcajearse toda la noche sin que nadie murmure que el trofeo que los acompaña y exhiben, el novio machín, es calificado de ramera. Una sociedad tan machista tendría más dudas de un hombrezuelo que de una mujer.



[1] En 2013, cuando inicié con los testimonios no estaba en apogeo las aplicaciones del celular (instrumento que también funciona) es por ello que la principal herramienta que mencionan los chicos es el internet.


[2] Fueron muchos más testimonios de los que expongo, por razones de espacio decidí omitir aquellos que merecen su propia publicación, puesto que son entrevistas largas. Existe una versión de este reportaje llevada al teatro, por Somos Colectivo de la Facultad de Letras Españolas de la Universidad Veracruzana, titulada Novios o el oficio más antiguo.


 

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